martes, 10 de mayo de 2016

Temporal



A veces, cuando parece que el buen tiempo ha llegado para quedarse, vienen lluvias torrenciales. El viento se lleva tu paraguas y te azota en la cara para que sepas que no tienes que relajarte, que la vida está lejos de ser un camino de rosas. Caminas hacia la dirección que quieres, por mucho que cueste y que el temporal te empuje hacia otro lado y solo esperas llegar lo menos empapado posible. 

A veces, cuando crees que el calor te acompañará siempre, necesitas una manta y un buen té en la despensa por si vuelve el frío a colarse por la ventana y a hacer una parada bajo el edredón. Y si ocurre (que lo más probable es que ocurra) tu mejor arma es no pensar en lo malo del frío, sino en el cielo de diferentes tonalidades grises, en las gotas cayendo en la ventana, en sopas recién hechas y en hundir las botas de agua en todos los charcos que haya en la ciudad. 

Y de verdad, de verdad, que a veces, en medio de todas esas tormentas alguien te dice "no vale la pena" y te hace pensar, aunque sea mentira, que no mereces mojarte ese día. Y aunque quizá otro día valga la pena soplar las nubes y descubrir el sol, hoy por hoy te pones la capucha, metes las manos en los bolsillos y caminas mientras resuenan las gotas contra la acera, contra el abrigo, contra la vida... limpiando cualquier cosa que haya podido ensuciar la primavera.