miércoles, 18 de marzo de 2015

Las primeras alubias buenas

Hoy he hecho mis primeras alubias blancas en condiciones. Yo sola. Con su zanahoria, su patata, su pimiento verde. Su interminable lista de especias que, ante la teoría de "cuantas más lleve más rico sale", ha sido la tirada con la que he jugado a la tómbola de la cocina. Las he probado. Varias veces. Apenas podía creerme que ese plato, digno de una mesa de familia, me hubiese salido a mí, que por no estropear más paquetes de alubias, he preferido comprármelas hechas durante meses. Esperaba mirar al fondo, introducir la cuchara y, como quien se toma a la fuerza el peor plato que podían ofrecerle en su vida, encontrarme un caldo malamente disuelto con pequeños frutos de la naturaleza de color blanco, a simple vista agradables pero a simple cucharada, duros como piedras.

La patata está bien. La zanahoria está bien. El pimiento está bien. El caldo está rico. Ya puedo tener hijos y alimentarlos como quien quiera que sea dios, o diosa, o el propietario de Google, manda. Qué intrascendente para la humanidad y cómo me han alegrado la noche unas malditas alubias. Bueno, malditas no, cocinadas con paciencia y sobre todo con cariño, como dice mi madre. Con cariño para mí, que he descubierto lo que es vivir sola y debatirse cada mes entre salir (aunque sea a tomarse un bocata de calamares) y llegar con dinero al día 31. Sálvese quien pueda de esta... ¿crisis? Debe de ser otra cosa, porque de la crisis dicen que estamos saliendo. Lo dice la tele, debe ser verdad. 

Bueno... yo miro, con mucho miedo y con una cuchara de esas hondas en la mano y la cuelo, en busca de unas cuantas alubias. Las suficientes como para comérmelas aunque estén malas. Las pruebo. Blanditas y con un regustillo riquísimo a... eso que echa mi madre y que pensaba que no tendría en mi casa jamás... Lo que sea. Cojo otra. Pruebo pero pienso que eso es para cenar esta noche. Y mañana, probablemente. Bendito ahorro: como he aprendido de ti en solo unos meses.
Me repongo del susto: un té con galletas, que eso no hay que cocinarlo.

La semana que viene probaré a hacerme un gazpacho, que con un poco de suerte me sale andaluz.