viernes, 27 de febrero de 2015

Febrero sabe a bermejo

Espalda con espalda.
Llamas, alboroto.
Veinticuatro horas
para agitar Madrid
para agitarnos a nosotros.
Gritos, consignas.
Luces de rebeldía.
Cargan mis manos tu peso,
carga la policía.
Carreras, caricias,
¿por qué no fundir
amor y política?
Sufre la poesía.
Se deshace la fuerza,
el pueblo se enfrenta,
los que mandan ríen,
los colores se desintegran.
El rojo desaparece,
la vergüenza acecha.
Miedo en la frente,
tus manos en mis caderas.
Espalda con espalda,
el puño abajo.
Veinticuatro horas
para resignarnos. 
Palabras malsonantes,
una línea que enfrenta
a un pilar con otro
de esta pesada mesa.
Errores, facetas.
¿Quién tiene razón?
¿Quién no ha de tenerla?
Nos encaran, sí,
pero a la hora de huir,
es la porra el monstruo
de todos los indignados.
Malditos poetas.
Siempre haciendo
que una revolución
parezca una noche.
Eso sí, una noche en vela.
Espalda con espalda.
Amor, soy lo que era:
una loca con agallas,
una manifestación deshecha.