miércoles, 27 de agosto de 2014

El adiós de los gorriones

Como un pequeño gorrión que sintiéndose insignificante pajarillo asoma la cabeza por el nido, parpadeando varias veces, con su minúsculo corazón a mil, deslizándose alborotado y frenético por el río de la vida., procuras batir las alas para elevarte como una hoja en otoño hacia una senda correcta.

Y huyes, huyes de lo conocido y grita, grita la voz en tu interior, te mueves sin rumbo, al libre albedrío como el de las hojas al caer en otoño, de la hierba al nacer en un jardín, de los montes al elevarse altivos ante otros montes, de las personas al cruzarse sus caminos, de las peonzas al girar, de las canciones al sonar en un bar, de las noches al quedarse en vela.

Suena decadente y con cierto tono fúnebre la marcha de la vida, procuras sacar de ti la esencia de tantos años de dilación y concibes ahora el mudo como una baraja en la que escoges cartas al azar. Titubeante y con la mano en el corazón, procurando ante todo mantener el génesis de tus pensamientos, de tus actos diarios, a pesar de la fluctuosa trayectoria de tantos otros que, como tu, salieron con la espalda cargada de recuerdos y las manos marcadas de experiencias supuestamente determinantes y que llevarían a decisiones inequívocas (quedándose después atados a la cuerda que nos une a la resignación), mueves la primera pieza del futuro.

Pues hace eco, hace mella en tu interior la idea de quitarse las cadenas y dejarse mecer por el aire procedente de la libertad aparente, de la milésima parte de la libertad que puede conseguirse en una vida de dictados, cánones y reglas marcadas por tus semejantes, por hombres libres pero encadenados, por seres únicos pero iguales, por seres con miedo y a la vez con ambición.

"Vuela" grita en su interior, "vuela lejos de aquellos grilletes que maniataban tus sueños, de aquellas palabras que desgastaban tus días, de aquellos que nunca te quisieron capaces de partir."

Y se fue el gorrión hacia tierras más cálidas, a pasar solo pero libre muchas noches sin dormir.

martes, 26 de agosto de 2014

Notas en desorden.

Tire tu ropa a lavar, tu olor, y probablemente todo lo que era tuyo en mí.
Nunca poner una lavadora fue tan difícil.

Hoy, el insomnio me recuerda lo fácil que puede ser caer en un mar de lágrimas.
O quizá caer en un mar de lágrimas me recuerda que aún tengo insomnio.

Perdida en unos ojos negros, más culpable aún, estúpidamente perdida.

¿Y si todo esto esta mal? De repente, me convierto en el abismo, en el monstruo, en mi propio miedo y engullo todo aquello que durante meses me hizo sonreír.

No podía evitar pensar que, a pesar de todo, echaba de menos ponerme bufanda y salir a pasear bajo un cielo despejado y rodeada de aquel aire frío que envuelve Madrid en invierno.

domingo, 10 de agosto de 2014

Veranos de vorágine

Sacudía como las olas del mar en un día de tormenta, como el viento cuando eres pluma. Sacudía fuerte y te impedía respirar, pensar, reaccionar. Cogías una bocanada de aire y caías inmerso entre sus brazos, que agarraban fuertemente cualquier sentimiento bueno que pudiera surgir, y no lo dejaba escapar. Palpabas su forma, a veces concebías su olor, pocas veces mirabas qué era exactamente lo que te estaba llevando. Pocas veces te mecías en sus negros parajes.

Resonaba una carcajada que ocultaba un sentimiento ya conocido. Con el abismo ante tus ojos, sentado al filo de las malas decisiones, estabas tu con la cabeza entre los brazos, sollozando y remendando con hilo fino aquellas dudas y penas, poniendo algún parche, cantándole al tiempo y rogando que, por favor, más días no significaran más posibilidades de caer.