jueves, 22 de mayo de 2014

Sobre ancianas y comillas.


Desde hace tan solo tres días, me dejo caer durante apenas media hora en la sala de fisioterapia del único centro de salud que hay en mi pueblo. Gracias a dios (en minúscula, como pura expresión), esto no es Madrid. En un mes consigues que te vea un especialista y te toquetee un poco ese músculo que te tiene en un sinvivir. Pero no solo a ti. Compartes consulta con otras personas, en mi caso, "abuelas". O ancianas. Y alguna mujer de mediana edad. 
No sé por qué me sorprendió que charlaran sin cesar sobre asuntos tan diversos como qué ponerse si eres madrina en una boda, a qué edad se tienen los hijos, qué le pica al marido. Se quejan sobre su trabajo (supongo que "agravado" por el mal que les haya llevado hasta mi fisioterapeuta con nombre de cantante): "cuando yo era joven tenía ilusión de trabajar, de aprender, pero a estas alturas yo estoy aburrida ya."

Me quitan de un "microondas", me ponen en otro sitio y siguen con mi "sinvivir" personal.

Hasta traen "sobaos" caseros de vez en cuando. Algo que me llena un poco antes de entrar otra vez (tarde) a clase. Me preguntan qué tal las notas, me ven estudiando y con cara de morir ese mismo día. Mi propia "crónica de una muerte anunciada". O casi muerte, porque como dice mi profesor de filosofía: todo el mundo sobrevive a segundo de bachillerato. Con sobrevivir no se refiere a aprobar, claro, ni mucho menos. 
Yo intento sonreír y ser amable "Hola, buenos días, hola, ¿qué tal?" y "Hasta mañana, hasta el miércoles, adiós, gracias por todo".

Suspiro. Las relaciones con otras personas nunca fueron mi fuerte, a veces la naturalidad me la juega y le suelto un "tu" a quien le tengo que decir un "usted" y me debato sobre a qué edad una mujer pasa a ser "señora" y no "señorita" o si preguntarle si está casada. Algo que por cierto es profundamente sexista. ¿Por qué las mujeres casadas son señoras? ¿O no son señoras? ¿Por qué no las llamamos señoritas a todas? Ah, claro, para que Abraham Mateo no cante a media España y acabemos millones y millones con una sordera irreversible.

Lo que pasa en esos escasos treinta minutos de interactuar a medias y a malas con personas que piensan que su vida se ha desgastado, que se acaba y que a una boda si eres madrina hay que ir como un pincel, es que a pesar de que ellas saben más, obviamente, que yo, mi espíritu, o lo que tenga ahí dentro: una neurona, un montón, un corazón que hace "bum-bum" o un almacén de ideas, recuerdos y esperanzas, me dice que no quiere ser madrina de una boda, que quiere hacer "sobaos" cuando sea ancianita y que viva hasta el último segundo, porque la vida es algo que no se debe desgastar. O como dice La Raiz, "la vida es un cigarro que no se debe apagar".

viernes, 9 de mayo de 2014

A la Beatriz de los trece años.

Querida yo. Yo con trece yo empezando a cambiar, yo hace tan solo casi cinco años de mi vida:

Acabas de entrar al instituto. Bueno, hace unos meses. Para ti es algo nuevo y asombroso, en muchos aspectos. Te chocas por los pasillos con chicos y chicas que luego verás cuando en unos años salgas por la noche y todos te sonarán de algo. Pero tu medirás varios centímetros más y habrás cambiado.
Vengo a decirte que, ante todo, conserves la calma. Que tu mal genio va a durar muchos años (muchos, muchos años) y aprenderás a utilizarlo de forma eficiente y contra gente que solo te hace mal en tu vida (casi siempre, hay que perfeccionarlo). Procura respirar antes de explotar, la vida es mucho más tranquila si la mayor parte de las cosas y de las personas te dan igual. Más que nada porque esas cosas y personas no valdrán tanto la pena como tu quieres que valgan. No te lo tomes a pecho.
Estás igual que todos estos años atrás, intentando conocer gente con la que entablar una buena amistad, de las que duran para toda la vida. Va a ser difícil. La mayor parte de la gente no sabe ni lo que significa ser un buen amigo, ni si quiera ser una buena persona. Pero no te sientas ofendida, ni menospreciada. Mírate al espejo alguna mañana y piensa que vales más de lo que mucha gente te quiere hacer creer. Sin ser egocéntrica, sin pecar de soberbia, ya tendrás tiempo de eso y verás que es absurdo. Quiérete un poco más, que eres la única persona que va a estar siempre contigo. La vida no son solo cosas malas y tu eres también cosas bonitas. Descubrirás que tienes cosas que tarde o temprano, serán lo que te definan y lo que te haga feliz.
Aprovecha a tu hermana mayor (o a tu única hermana, por ahora), dentro de poco se irá y descubrirás que podría haberte enseñado muchas más cosas si hubieseis tenido buena relación. Aprenderás a quererla como se debe, a apreciar sus defectos y a preocuparte en silencio. Algún día te servirá de ayuda, aunque ahora no lo creas. 
No discutas en casa mas de la cuenta, vuelve a respirar, cuenta hasta diez, te ahorrarás muchas lágrimas y malos tragos, muchos momentos que querrás olvidar y muchas cosas que te repercutirán en el futuro. 
Te lo digo yo, ahora, con casi dieciocho años y a punto de irme de casa. Tu y yo sabemos que es lo que siempre hemos querido. No porque seamos infelices, sino porque no creemos encajar aquí. Ganarás muchas cosas buenas estos últimos años, y aún así querrás irte. Quieres más, eres ambiciosa contigo misma. Y no querrás dinero, ni salir hasta cuando, como, a donde y con quien te de la gana, ni querrás ser guapa y divina. Querrás poder ir a librerías de segunda mano siempre que quieras, poder escaparte, ir a sitios donde nadie te conozca, leer un libro en mitad de un parque lleno de gente desconocida. Querrás poder apoyar las cosas en las que crees. Querrás saber, conocer, aprender tantas cosas que tu mente rebose de conocimientos y felicidad. Querrás luchar por cosas buenas y justas. Querrás conocer personas con las que compartir miles de ideas y aprender a servirte por ti misma de una vez. 
No pierdas la esperanza, ni la paciencia, ni los nervios. Vivirás cosas tan bonitas que harán que te olvides de todos los malos tragos. Conocerás a tanta gente que vale la pena que ni te mirarán a los ojos aquellos que te dijeron que tu "no". Y no significa que no vayas a pasar cosas malas, pero irás aprendiendo a llevarlas, a matarlas con palabras, canciones, paseos bajo la lluvia y voluntad.

Y, querida Beatriz de los trece años: coge un papel y, por favor, escribe.