miércoles, 27 de febrero de 2013

Desequilibrio.

Una sucesión de imágenes e ideas. Rápidas, revueltas. Aparentemente sin un tema determinado pero que forman eso que comúnmente llamamos recuerdos. Las miles de sensaciones que provoca un solo acto o pensamiento. Ese palpitar nervioso de las manos y la mirada perdida en ningún donde. Un suspiro, lento, que mata toda alegría en un segundo, deja el sabor amargo del pasado deslizarse por tu bienestar emocional, equilibrado a pulso y con cuidado, como un cristal frágil y único en el mundo.
Varios segundos para intentar poner en orden ese caos que un a vez más nubla la vista, torna a negro las ideas y pregunta una y otra vez un por qué que nunca tiene respuesta, un cómo que nunca encuentra su inicio ni su final. Segundos que parecen eternos, que todo se emborrona y nada parece adecuado para afrontar que todo eso haya salido de su caja, con su  correspondiente etiqueta. Pasado
Los latidos vuelven a sonar y hacen eco, intentando imponerse ante el desorden. La desesperación recorre todos los nervios del cuerpo y se pierde en un intento de cerrar la caja, de guardarlo todo dentro, de intentar asegurarse que nada vuelve a salir, que todo permanece donde debería. Momentos en los que afrontas todo aquello que ha salido. Y puedes bajar la cabeza, y dejar que te envuelvan con su perfume de 'otros tiempos' o declararle la guerra a tu propia mente, jugártela a volverte loco o a ser capaz de controlar todo pensamiento que vague por tu mente eternamente. 

Permanecer en la fina línea que separa la cordura de la locura un día más.

lunes, 11 de febrero de 2013

Asúmelo, admítelo.

Asume que el cielo no tiene color, que el agua es transparente y que la de los ríos no tiene azúcar por ser dulce.
Admite que la sociedad es mala, que tu formas parte de esas sociedad, que tienes defectos, que el blanco y el negro no son colores, que la oscuridad no existe, que el silencio es inventado y que te haces el loco cuando te dicen que mueren miles de personas como tú y como yo cada día en el mundo.
Asume de una vez que tienes que crecer, que los errores no se rectifican, que copiaste en el último examen, que la homosexualidad es natural.
Admite que te gustaría ser rico a costa de otros, que lo quieres todo, que no tienes ordenadas las ideas, que le tienes envidia a la persona con la que siempre te metes, que eres vago porque quieres, que echas de menos a tus padres cuando no están, que tu primera mascota fue la mejor, que un móvil nuevo no te haría feliz.
Admite que necesitas a alguien que te quiera, que te haces el interesante delante de los demás, que te gusta fardar de lo que tienes y de lo que no, que sabes hacer más de una cosa bien, que hablas solo, que bailas cuando no hay nadie, que lloras en silencio para no molestar pero te gustaría que alguien te viera y te hiciera caso, que quieres salir en la televisión, que como la comida de una madre no hay ninguna.

Asume que nadie puede decidir por ti.

Made in MenorViejas

sábado, 9 de febrero de 2013

Un borrón.

No se si tengo ganas de morirme o de encarrilar mi vida de una vez por todas. Algo va mal si te paras a pensar, ¿qué haces con tu vida?, si no sabes por donde ir. Solo hablo de caminos, y de vivir sin preocuparme y la verdad, es lo que quiero. Pero cuando te equivocas es duro volver atrás. Me equivoqué. Una vez más de mil anteriores, de un millón de veces que me quedan. Creo que ya he tropezado varias veces con esta misma piedra. Demasiadas. Y en todas el golpe ha sido el mismo.

Con una excepción. Esta sensación vacío, de lucha inmerecida, de palabras de adiós. De arriesgar por nada, de sentir por nada, de sacrificar por nada. 

Camarero, por favor, una ración de dopamina, que me quedan un millón de errores que cumplir.