martes, 28 de agosto de 2012

sábado, 25 de agosto de 2012

Post de "derincónyzafra".

El post anterior lo escribí el 5 de abril de 2012 en un anterior blog compartido que tengo, que ya no uso. Supongo que seguiré rescatando entradas de ahí porque algunas realmente me encantan y espero que vosotros las disfrutéis igual.

A ser felices.

El nacer humano.

Llegué a este mundo con yo que se que intención de ser tan humana como el resto. De formar parte tanto o más que el resto en esta historia de la humanidad. Con algo más de tres kilogramos, un poco de pelo rubio. En una clínica en el barrio de Chamberí del gran mundo que es Madrid. Con un padre, y una madre. No como todos, pero si lo que todos esperan cuando nacen. Manitas pequeñas, la cara de su padre, la constitución de la familia de su madre. Ojos verdes, y enormes como platos. Y un genio de los que ya no quedaban en el mundo. Quizá un poco de maldad, escondida entre llanto y llanto.
Una sociedad a mi alrededor. Quizá un poco enferma, obsesionada con el dinero, el aspecto, el terreno que sus pies pisaban. ¿Mi idea? Un mundo que se reía y que soñaba. Una familia que era feliz y personas que me querrían. Quizá no pensé tantas cosas al nacer, pero seguro que si hubiera pensado más, habría sido eso. Las ideas de perfección empiezan a desvanecerse cuando tu primer llanto, a falta de comida, aparece. Cuando tienes nada más que unas horas de vida y, como ya bien dije, te dan una palmadita en la espalda a modo de aviso. "La vida es dura, pequeña", me habrían dicho si les hubiera entendido.
La infancia, como la de cualquier otro niño, había marcado mi personalidad hasta el punto de que pocos acontecimientos podrían cambiarme y si lo hacían, lo hacían a mejor. No que por eso hubiera sido infeliz, ni mucho menos. Pero digamos que fue un poco más ajetreada que la del infante medio español. Un divorcio, problemas escolares, amigas que traicionan, personas que me hacían sentir mal. Y yo, con mi carácter dominante, defensor y fiero no ayudaba mucho. Digamos que mi pésima manera de hacer las cosas me llevó a más de una desgracia y hoy, en la adolescencia pura, lo sigue haciendo. Con menor intensidad, pero ahí esta mi impulsividad, tocando las narices.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Something.

Te das la vuelta. inspiras profundamente y aún así parece que no puedes respirar. Como si te faltara algo. Pides ayuda pero no sabes por qué nadie contesta. Todo el mundo esta muy ocupado con sus vidas. Te levantas, y algo resbala desde los ojos hasta tus mejillas donde intentas evitar el hundimiento. Te levantas y sabes que ni tu mismo sabes que haces ahí de pie, solo. Así que te buscas a ti mismo en mil cosas que hacer y después te das cuenta que realmente mientras te da un yo que se qué que ni tu mismo entiendes estás desperdiciando momentos de tu vida, aun que no puedas evitarlo.

La felicidad también da resaca.

martes, 21 de agosto de 2012

Papel y pentagrama.

Como si de un libro se tratase. De los de papel y portada, claro. Que suenan sus hojas al pasar cual melodía inspirada por un poco de rabia. Sobre un papel entero, con tinta y esperanza de, que lo que escriba llegue a corazón ajeno. Comparte el barco del cuyo mástil brotan notas a destiempo. Que se cree una melodía. Con las notas y un soneto que escrito desde el alma representa un bosque personificado y no se cuantos días de un crescendo sentimiento. Que cuando los árboles susurren canciones que hablan de mi y reciten poemas que hablan de ti, nosotros estemos ahí para escucharlos. Y un allegro caminar que nos lleve donde siempre quisimos paseando entre las palabras que son metáfora, pero significan mucho más.

Un poco más que ayer, un poco menos que mañana.